21/06/10 “Amigo, el pueblo está contigo”, le cantó la gente al autor, rumbo al cementerio.
PorGuido Carelli Lynch
Los restos de José Saramago permanecerán para siempre en Lisboa. Esa fue la última voluntad del escritor. Así, se acabaron las especulaciones sobre el paradero elegido para su último descanso. Es que había sido el propio Nobel portugués quien afirmara, en un documental de 2008, que distribuiría sus cenizas entre su pueblo natal, Azinhaga, y Lanzarote, en las Islas Canarias, su última residencia. Sin embargo, desde entonces Saramago tuvo tiempo para reflexionar y cambiar de opinión. En Lisboa funcionará la sede central de la Fundación que lleva su nombre. “Tiene que ser un lugar de intervención en pleno centro ”, señaló en exclusiva a Clarín Pilar del Río, la viuda del escritor. “Con conferencias, conciertos, proyecciones, exposiciones”. Ahí llegará también la biblioteca personal del autor, que ahora está en Lanzarote.
Los restos de Saramago fueron ayer del Salón Noble del Ayuntamiento de Lisboa hasta el cementerio del Alta Sao Joao, en el centro de la capital lusa. En la alcaldía, personalidades de la cultura y la política despidieron a Saramago. Al final, la violoncelista Irene Lima interpretó una pieza de Bach, acaso como un guiño a Las intermitencias de la muerte, donde la muerte se enamora del músico que toca a Bach y así él se salva. La cellista llevaba puesto el vestido rojo que Pilar usó cuando Saramago recibió el Nobel.
Miles de personas acompañaron el cortejo para homenajear por última vez al autor de Ensayo sobre la ceguera . Lo hicieron enseñando sus libros preferidos y fotografías de Saramago. “ Obrigado (gracias), “Amigo, el pueblo está contigo” y “La lucha continúa” fueron algunos de los cantos con las que los lectores, militantes y curiosos vivaron al escritor. Otras 300 personas siguieron las honras a través de una pantalla instalada en la plaza frente al Ayuntamiento.
La viuda agradeció en dos oportunidades. Primero se asomó al balcón de la alcaldía y el gesto alcanzó para arrancar cuadras de aplausos. A la salida del crematorio se acercó y saludó a la multitud. En una esquina y en silencio lloraba Violante, la hija del escritor.
Con los restos de Saramago se quemó, además, un ejemplar de Memorial del convento , una obra capital de su producción y la excusa por la que conoció a Pilar del Río hace ya 24 años. La elección del libro no fue planeada. Fue Eduardo Lourenco, un intelectual portugués, quien entregó el libro a Del Río. Por orden de la viuda, el libro fue colocado entre las manos del escritor antes de cerrar el féretro e incinerarlo con él.
La muerte de Saramago conmovió a todos. Políticos y autores de Europa y América se turnaron para recordar al autor. La congoja tuvo la discreción que coloreaba la figura del escritor. “ No hay palabras, Saramago se las llevó todas ”, dijo la ministra de Cultura portuguesa, Gabriela Canavilhas. La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner transmitió por teléfono sus condolencias a la viuda.
La muerte de Saramago llegó incluso hasta el mundial de Sudáfrica. La Federación de Fútbol lusa pidió a la FIFA usar un brazalete negro de luto durante el cotejo que hoy disputará la selección.
Jerónimo de Sousa, secretario del Partido Comunista portugués, al que Saramago estaba afiliado, recordó que el autor persiguió siempre el mismo ideal. “Incluso después del Nobel nunca dejó de buscar un mundo mejor”, dijo.
En el adiós a este “comunista hormonal”, como le gustaba definirse, cientos de los miles que acompañaron la ceremonia llevaban consigo claveles rojos , símbolo de la revolución que provocó la caída de la dictadura salazarista. Para Saramago, aquella “promesa no llegó a realizarse”. Muy criticado resultó el presidente portugués Aníbal Cavaco Silva, que no asistió al funeral por encontrarse de vacaciones en el archipiélago de las Azores. El líder conservador y católico era primer ministro cuando en 1992 se desató la polémica en torno a El evangelio según Jesucristo , que terminó con “El Quijote de Portugal” mudándose a España.
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