25/06/10 - 12:58
Con el 0 a 0 en Durban, los de Dunga ganaron el grupo G y los europeos se clasificaron en segundo lugar. Hubo pocas llegadas y en el segundo tiempo los dos parecieron conformarse con el resultado.
PorEnviados Especiales
Brasil - Portugal en el estadio Durban, Sudáfrica (AP)
Brasil - Portugal en el estadio Durban, Sudáfrica (EFE)
Brasil, Portugal, Kaká ¡Cuánto se esperaba y qué poquito que hicieron! Brasil y Portugal hicieron un partido chiquito cuando la expectativa era enorme. Defraudaron. Jugaron flojito y quedaron en deuda. ¿Qué dejó este triste empate? Casi nada. A Brasil le sirvió para asegurarse el primer lugar del Grupo G. Y a Dunga para convencerse que su equipo no es el mismo sin Kaká (suspendido) y Robinho (el DT lo reservó).
Brasil sufrió la ausencia de ese jugador que hace de nexo entre el mediocampo y los delanteros. Suena raro ver a Brasil y no ver una fantasía de mitad de cancha para adelante. Julio Baptista no siente la función de enganche, y se notó. Nilmar mostró mucho entusiasmo pero con esa única virtud no alcanza. Y Luis Fabiano extrañó una barbaridad a sus compañeros de ataque de los primeros partidos. Porque ante los portugueses nadie lo asistió jamás. Sufrió como un condenado.
Entonces, las oportunidades de gol llegaron con tiros de media distancia. Con Alves como abanderado de esa fórmula, aunque sin precisión. Y con algún que otro arrebato ofensivo de Luis Fabiano, siempre rodeado, incómodo. La única clara estuvo en los pies de Nilmar. Pero entre el travesaño y el arquero Eduardo le negaron su primer gol mundialista.
Brasil intentó ser fiel a su historia. Manejó la pelota, la cuidó. Pero nunca lastimó. Ni siquiera le hizo cosquillas a Portugal, que cerró la primera fase con la valla invicta. Aunque también hay que decir que a los lusitanos tampoco los inquietaron demasiado como para afirmar que tiene una defensa sólida.
Los portugueses hicieron su negocio. Complicaron con la velocidad de Cristiano Ronaldo y expuso los enormes problemas que tiene Brasil en el fondo cuando lo toman de contragolpe. Portugal lo comprobó. En el primer tiempo le llegó tres veces con peligro, pero resolvió siempre mal.
En el complemento, se vio lo mejor de Cristiano Ronaldo en la Copa del Mundo. Dejó su sello con dos desbordes. Uno por cada sector. Por la derecha, dejó en ridículo a Bastos y envió un centro atrás que Lucio despejó al tiro de esquina en una clara situación de gol. Luego, por la izquierda, cuando arrancó desde la mitad de la cancha y gambeteó a dos defensores. Ya dentro del área, Lucio rechazó y la pelota le cayó a Meireles, solito frente a Julio César. Pero el volante se asustó y definió al cuerpo del arquero. No hubo más. Los dos parecieron conformarse con la igualdad.
Se fue sin pena ni gloria uno de los partidos que el mundo futbolero más esperaba. Brasil, contra un rival de peso, no lució los sólidos argumentos que ya había mostrado ante Corea del Norte y Costa de Marfil. Portugal, por su parte, cumplió su primer objetivo: se clasificó. Ahora, para soñar en grande deberá ser más ambicioso.
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